¡Disfrutad! Es una orden



Todos queremos conseguir buenos resultados cuando practicamos algún deporte y participamos en alguna competición. Es más, si competimos de forma más o menos “oficial”, dedicamos gran parte de nuestro tiempo a prepararnos para conseguir un buen resultado en ella, ya seamos deportistas o entrenadores, cada uno en su rol.

Entrenamos la técnica para mejorar nuestros gestos e incluso aprender nuevos. También estudiamos la táctica y creamos una estrategia que nos resulte beneficiosa para la competición. Dedicamos tiempo a la preparación física, entrenando para mejorar la resistencia, la fuerza, la velocidad, la elasticidad… Y si tenemos un buen plan de entrenamiento prepararemos también la parte psicológica, donde mejoraremos habilidades como la concentración, la percepción, aprenderemos a mejorar la ansiedad y el nivel de activación, educaremos a nuestra mente para que trabaje sobre pensamientos que nos beneficien y nos potencien en lugar de que nos perjudiquen, trabajaremos una buena y rápida toma de decisiones, aprenderemos a manejar nuestra motivación…

En definitiva, si tenemos un buen plan de entrenamiento las posibilidades de que los resultados sean mejores aumentan; esto se demuestra porque el rendimiento será mejor en el último tramo de temporada que en pretemporada, esto es evidente. Entonces, ¿esto es todo? ¿Controlando estos aspectos mi rendimiento será mejor?

Pues por si abarcar todo esto fuera poco, aun controlando todos estos aspectos y realizando un plan de entrenamiento brillante, todavía nos quedan cosas en el tintero. El entrenamiento técnico, táctico, físico y psicológico es importantísimo para conseguir un buen rendimiento. Pero hay más cosas y una importantísima es la capacidad de disfrutar.

Os lo creáis o no, la capacidad de disfrutar con lo que hacemos tiene un efecto directo en el rendimiento, y no lo debemos olvidar jamás, seamos deportistas o entrenadores. Permitirnos a nosotros mismos, o permitir a nuestros deportistas disfrutar no está reñido con el esfuerzo, ni con tomarse más o menos en serio lo que hacemos. Si somos entrenadores, debemos facilitar el disfrute de nuestros deportistas, debemos ser conscientes de lo importante que es que se diviertan, que gocen con su deporte. En la otra parte, si somos deportistas, debemos ser conscientes de la importancia de esto, y dirigirnos siempre hacia el disfrute, y no hacia el sufrimiento.

Los deportistas o equipos que disfrutan mientras entrenan y mientras compiten son capaces de obtener mejores resultados y un mayor rendimiento. Debemos entrenar muchas capacidades, y la capacidad de disfrutar es una de ellas.







Virginia Sánchez Larriba
Psicóloga Deportiva
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Y tú, ¿refuerzas?


Imaginémonos una ratita blanca, de laboratorio, a la que unos psicólogos, con bata blanca también, están intentando enseñar que debe hacer algo, concretamente, pulsar una palanca. Para enseñarla ¿qué están haciendo? Utilizar el refuerzo positivo, es decir, cada vez que la rata emite la conducta que se espera de ella ésta recibe, como recompensa, una bolita de comida.

Todos os imaginaréis ya a dónde quiero llegar, y es que hoy dirijo especialmente a todos esos entrenadores a los que no les gusta eso de “la letra con sangre entra” e intentan formar a sus deportistas con mejores métodos y más eficaces, como el refuerzo positivo del que os hablo. Es más, también me dirijo a los entrenadores más duros, por si les apetece hacer un cambio, aunque sea pequeño, en sus métodos.

El refuerzo positivo es una de las mejores técnicas de aprendizaje, y a veces se nos olvida. El refuerzo debe ser algo que haga que una determinada conducta vuelva a aparecer, y debe aplicarse inmediatamente después de dicha conducta si queremos que ejerza su máxima influencia en el aprendizaje. El refuerzo positivo es, por tanto, lo que podríamos llamar “premio”.

Y ahora es cuando llega la parte más importante y la que más me gusta. ¿Sabéis cuál es el tipo de refuerzo más eficaz? ¿Dinero? ¿Algún regalo material? Pues no, el refuerzo que más funciona en el aprendizaje es lo que los psicólogos llamamos refuerzo social, es decir, la alabanza, un “¡qué bien lo has hecho!”, un “¡estás enorme!”, el aplauso, un pulgar hacia arriba, un gesto cómplice… Qué curioso ¿verdad? Lo que menos nos cuesta hacer (o lo que menos debería) es lo que una mayor y mejor influencia va a tener en nuestros deportistas.

Una vez que sabemos esto ¿qué es lo que debemos reforzar? Aquellas conductas que queremos que se aprendan y tiendan a repetirse, ya sean gestos técnicos, cuestiones tácticas o cualquier otra cosa, por ejemplo, cualquier conducta asociada al juego limpio, al esfuerzo, al trabajo en equipo… ¿Y cómo lo hacemos? Pues bien, cuando estamos en el proceso de enseñar dicha conducta debemos empezar reforzando cualquier acercamiento a ésta; volvamos a la ratita blanca, si queremos que pulse la palanca debemos empezar a darle la bola de comida cada vez que se aproxime a dicha palanca, así aprenderá que debe acercarse, una vez que ya sabe esto sólo la reforzaremos cuando se aproxime de manera notable, es decir, cuando la olisquee o cuando la roce; más tarde sólo reforzaremos a la rata si coloca la pata o el morro encima de la palanca, para finalmente, proporcionarle la bola de comida sólo y exclusivamente cuando ejerza presión sobre ella, es decir, cuando la pulse, que era la conducta que queríamos que la rata aprendiera.


¿Qué quiero decir? Que de entrada no podemos pretender que aparezca la conducta perfecta y no podemos esperar a ésta para reforzar a nuestros deportistas, porque no sabrán si van por el buen camino y se desesperarán. Debemos reforzar pasito a pasito, señores entrenadores, ¡que es gratis!


Virginia Sánchez Larriba

Psicóloga deportiva
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Deporte base: La importancia de los padres


Los padres y madres son una figura importantísima en el deporte base, ellos son principalmente los que dirigen, favorecen o dificultan, condicionan o impulsan la relación del niño con su deporte.

Quizás exista un pequeño inconveniente, y es que ser padre no es nada fácil, no nos suelen enseñar y en ocasiones no somos conscientes de cuánto influyen nuestras conductas en los pequeños y a veces nos surgen dudas sobre qué es lo más favorable en determinados casos o cómo debemos reaccionar en un momento determinado.

En este caso, lo principal que debemos tener caro es que el deporte es algo que se suele realizar como afición, llevamos a nuestros hijos a practicar un determinado deporte porque es saludable, porque se puede relacionar con otros niños de su edad y porque es algo divertido para ellos; lo ideal sería que esa actividad se siguiera realizando durante muchos años y para ello los niños deben sentirse cómodos realizándola, les debe gustar. Además nosotros, los adultos, queremos que aparte de pasárselo bien aprendan y se formen como personas. Ahora viene lo importante ¿cómo pueden ayudar los padres a que todo esto se cumpla?

Para empezar, la primera premisa es que el deporte nunca tiene que dejar de hacernos disfrutar, y los padres deben colaborar a que esto suceda. Actitudes como insultar desde la grada y perder los nervios, hacer comentarios despectivos del rival, de miembros del propio equipo o del entrenador no favorecen en absoluto al disfrute que buscamos.

También es importante que ayudemos a que nuestros hijos desarrollen una cierta independencia, para ello deben tomar sus propias decisiones ayudados y dirigidos por su entrenador, no por sus padres, no debemos darles información ni órdenes que puedan interferir ni confundirles y debemos adoptar un papel secundario y permanecer en un segundo plano. Nuestra tarea será ser los primeros en apoyarles siempre, demostrarles que nuestro apoyo es incondicional y, sobretodo, que jamás depende del resultado. Somos nosotros los que tenemos que enseñarles que hay más cosas, y más importantes, detrás del marcador de un partido.         

Favorecer una buena relación de nuestros hijos con el deporte hará que lo sigan practicando durante mucho más tiempo, que se formen y que sean muy felices, cosas lo suficientemente importantes para que pongamos todo nuestro empeño en ello. Sabemos que ser padres no es fácil, pero también estamos seguros de que lo hacéis genial.



Virginia Sánchez Larriba 
Psicóloga Deportiva
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No hay entrenadores buenos y malos, sino valientes y asustados


Es evidente que el miedo es un elemento importante en nuestra práctica deportiva, que influye en nuestro rendimiento, y por este motivo, no es la primera vez que hablamos sobre él.

"No hay entrenadores buenos y malos, sino valientes y asustados" es una frase pronunciada por Pep Guardiola que ilustra muy bien de lo que queremos hablar hoy, y es que cuando decimos que sentir miedo influye en nuestro rendimiento no debemos dar por hecho que influye siempre de manera negativa.

Todos, absolutamente todos, tenemos miedo en determinados momentos de nuestra vida. El miedo es una emoción básica por lo que, si no tenemos ningún tipo de trastorno que nos impida sentir emociones, el miedo debe ser algo que todos conozcamos.

Yo siento miedo, tú, que estás leyendo esto también sentirás miedo en ocasiones, y todos esos entrenadores que dicen que no tienen miedo, también lo sienten. Sentir miedo no es negativo ni nos hace rendir menos, es la actitud que tomamos frente a ese miedo la que nos puede hacer mejorar nuestro rendimiento y nuestras decisiones o empeorarlo.

¿Qué nos hace sentir miedo?

No es necesario estar delante de un toro para sentir miedo, podemos sentirlo ante cualquier cosa que percibamos como una amenaza. Si somos entrenadores de un equipo, podemos entender como situación de amenaza un partido de una eliminatoria importante, una posible remontada en un partido que tenías “controlado”, ver que se acerca el final del partido y que el gol de la victoria no llega…

¿Qué sentimos?

Cuando percibimos una situación amenazante, nuestro cuerpo, de manera automática, reacciona. Experimentamos unos cambios fisiológicos tales como un aumento de pulsaciones, sudoración…También cambios cognitivos y emocionales, como por ejemplo, la aparición del enfado o de pensamientos negativos del tipo “vamos a perder”, por ejemplo.

Entonces ¿qué hacemos?

Imaginemos: estamos en el campo y nos encontramos con un toro y, como sabéis, sentimos miedo. El ser humano puede reaccionar de dos formas: quedándonos paralizados o actuando (huyendo o luchando)

Cuando estamos sentados en el banquillo dirigiendo a nuestro equipo sucede lo mismo, podemos quedarnos paralizados, ser incapaz de tomar una decisión y de actuar (muchas veces podemos ver a entrenadores sobrepasados por la situación, que dejan incluso de dar órdenes a sus jugadores), o podemos actuar, tomar decisiones e intentar hacer frente a esa situación que tenemos delante.

Es aquí donde entra en juego la “valentía” de la que hablaba Guardiola. La capacidad de asumir esa situación de ansiedad en la que nos encontramos como un reto y no como una amenaza y ser capaces de tomar decisiones sin que el miedo nos paralice es lo que nos acercará al éxito. Es muy probable que nos asalten dudas, y que nos lo cuestionemos todo, pero el buen entrenador será aquel que dé un paso al frente y tome decisiones,  asumiendo el riesgo y siendo consciente de que quizás salga bien o que quizás los resultados no sean los esperados y tenga que asumir su error.

Sentir o no sentir miedo no nos hace mejores o peores entrenadores. Lo que nos hace mejores es entender que esa sensación forma parte del juego, comprender que el error y la derrota también son un aspecto más del deporte y vivir cada situación como un reto y no como una amenaza. Actúa, toma decisiones sin miedo a equivocarte y será cuando más cerca estés de acertar.

Y sobre todo, asume el miedo, porque se puede sentir sin necesidad de estar delante de un toro.




Virginia Sánchez Larriba
Psicóloga Deportiva
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⁠⁠⁠El respeto no se pide, se gana


Todos hemos escuchado alguna vez eso de “el respeto no se pide, se gana”, y probablemente todos estemos de acuerdo con esta afirmación, ¿sabemos ganarnos dicho respeto?

Permitirme que ahora me dirija a vosotros, entrenadores, que sois una figura cuya principal herramienta de trabajo debería ser el respeto que os profesen vuestros deportistas; todos sabemos lo que pasa cuando el entrenador no es respetado, y es que pueden ocurrir varias cosas, por ejemplo, se trabaja menos a gusto, es decir, se entrena con menos ganas, y además, el trabajo que se realiza no se ve reflejado en los resultados todo lo que quisiéramos, es decir, el rendimiento empeora, además el equipo deja de ser un equipo, o lo que no es menos grave, el equipo sigue siendo un equipo, pero remando en contra del “míster”.

Es evidente que no queremos que esto ocurra, ahora bien, ¿cómo os hacéis respetar, entrenadores? Pues bien, hay entrenadores de todas las formas y de todos los colores (y menos mal que es así) y cada uno intentará ganarse dicho respeto de varias formas, evidentemente no hay una fórmula exacta para hacerlo y depende de muchos factores, por ejemplo, la personalidad y la forma de trabajar del propio entrenador, pero también depende del grupo de deportistas, de su edad, etc. Será cada entrenador el que deberá encontrar su forma de ganarse este ansiado respeto.

Lo que sí podemos decir es que hay estrategias que funcionan mejor que otras, por ejemplo, y quizás en contra de lo que podamos pensar, el “entrenador ogro” no es lo que más funciona para que tus deportistas te respeten, no por gritar mucho e indiscriminadamente vamos a conseguir más respeto, sino todo lo contrario.

Entonces, os preguntaréis, si no podemos gritar ¿cómo lo hacemos? Pues os dejo unos pequeñísimos consejos:

-      - El primero de todos, respetar a los deportistas, éste es el primer paso para conseguir que tus deportistas te respeten a ti.

-         -  Habla y escucha. Explícales los entrenamientos, que sepan que lo que haces, lo haces por algo, y escucha todo lo que te tengan que decir, acepta sugerencias y responde a sus preguntas.

-       - Sé coherente, es decir, no hagas lo que les pides a ellos que no hagan, no llegues tarde si pides puntualidad, tómalos en serio si quieres que ellos te tomen en serio a ti, si pides compromiso, tú te tienes que comprometer…

-          - Corrígeles, pero también alaba lo que hagan bien

-          - Sé firme y haz que se cumplan las normas (por supuesto todos por igual)

-           -Y la más importante, sé siempre sincero y cumple lo que dices.

Seguro que estos consejos os facilitan la labor de ganaros el respeto de vuestros deportistas, y esperamos que así sea. Recordad que puede ser que os encontréis a personas que están deseando tener una excusa para dejar de respetaros, no les deis el gusto.


¡Suerte!


Virginia Sánchez Larriba

Psicóloga deportiva
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Soy tímido, Soy miedoso, Soy muy nervioso, Soy despistado, Soy …



Son demasiados los “sois”, los “eres” o los “es” que usamos a diario. Nos pasamos la vida poniendo etiquetas continuamente. Todos los días, queriendo o sin querer, consciente o inconscientemente, tanto a nosotros mismos como a los demás. A veces están relacionadas con nuestra forma de ser (“soy impulsivo”, “soy tímido”, “soy vago”), otras veces se relacionan con el ámbito deportivo (“soy mal lanzador de penaltis”, “soy agresivo”, “soy mal comunicador”) o a cualquier aspecto de nuestra persona: ámbito laboral, familiar…
Como decimos, es algo que hacemos a menudo, pero ¿nos hemos preguntado si nos hace bien poner etiquetas?

La respuesta es NO, sin ninguna duda. De hecho, lo único que consiguen las etiquetas es:

-     -. Que asumamos como verdadera la etiqueta, sin cuestionarla y sin ver más allá.
-   -.  Hacernos creer que no podemos dejar de ser “eso” que decimos que somos.
-    -. Entender esa etiqueta como algo que es y forma parte de nosotros. La etiqueta convierte el rasgo como algo inherente a nuestra persona, inamovible e inalterable.

Pero... ¿podemos cambiar lo que decimos que somos?

Por supuesto que SÍ. Somos lo que nos acostumbramos a ser; somos lo que, queriendo o sin querer, vamos entrenando a lo largo de nuestros días. No eres un cascarrabias, si no que te has acostumbrado a comportarte como tal, no eres vago, si no que te has habituado a dejarte vencer por la pereza…

Tanto los demás como tú mismo te habrás puesto muchas etiquetas a lo largo de tu vida. Habrá algunas que te gusten, otras que no tanto e, incluso, algunas que te gustaría borrar, entonces ¿qué hacer con ellas?

1º: Localiza cuál es la etiqueta que quieres eliminar.

2º: Saca esa etiqueta de ti. Como decíamos, no eres un cascarrabias, si no que a veces se apodera de ti la “mala leche”, no eres tímido, si no que a veces te puede la timidez, no eres vago, si no que a veces te gana la pereza, y así con todo.

3º: Comienza la lucha contra esa etiqueta. Piensa en las armas que tienes para luchar con la “mala leche”, con la timidez, con la pereza… y disponte a utilizarlas.

4º: Ten claro que no vas a vencer a tu etiqueta de un día para otro. Ella también tendrá sus armas y no se dejará vencer tan fácilmente, tendréis diferentes batallas y debes tener caro que no las ganarás todas. Ten paciencia, no te rindas y sigue luchando, esto será una carrera de fondo. 




Virginia Sánchez Larriba
Psicóloga Deportiva


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No tener miedo al miedo


Ya sea en el ámbito deportivo o en cualquier otro, todos hemos sentido miedo alguna vez. De hecho, me atrevería a decir que muchas veces. Si hablamos de emociones, el ser humano puede sentir muchas, pero si quisiéramos hablar de emociones básicas el miedo seria una de ellas, junto con la cólera, la alegría y la tristeza, incluso podemos considerar básicas también otras como el amor, la sorpresa, la vergüenza o la aversión o asco.

Es cierto que hay emociones que nos cuesta más manifestar que otras (cada uno tendrá su ranking), pero también me atrevo a decir que el miedo es una de la que menos nos gusta a la mayoría.

Pues bien, el miedo tiene su función, el miedo nos prepara para estar alerta, para reaccionar, quiero decir, imaginad que en algún momento os encontráis de repente frente a frente con un león, lo lógico sería que sintieseis miedo, y menos mal, porque este miedo sería el que os avisara de que estáis ante un peligro, y el que os prepare y os dé fuerza para correr como no habéis corrido nunca y así poder alejaros del peligro. 

Esto está genial, pero ¿qué pasa cuando el miedo aparece por un motivo diferente? ¿por algo que realmente no es peligroso para nuestra integridad? Pues cuando pasa esto normalmente nos avergonzamos de nuestro miedo, lo intentamos racionalizar y nos repetimos una y otra vez que es una tontería y que no debemos sentir miedo, y esto ¿nos sirve para algo? Pues lo siento, pero la mayoría de las veces, no. Centrándonos en el deporte, cuando un deportista tiene miedo de algún momento de la competición, tiene miedo de hacer algo concreto (tirar un penalti en fútbol, por ejemplo) o teme a la competición en sí tiende a intentar huir de él, sabe que no le viene bien e intenta luchar contra él diciéndose que no tiene que tener miedo, y normalmente usamos unas estrategias para que éste desaparezca, que lo único que hacen es alimentarlo.


Entonces si tenemos miedo, ¿qué hacemos?

-          * Lo primero es aceptar que es algo normal, y que tenemos derecho a sentirnos así.

-        * Aceptar también que este miedo va a hacer sentirnos mal, es decir, nos va a hacer sufrir un poquito.

-       * No culparnos por ello (no somos nosotros los que nos sentimos así, es el miedo que ha aparecido el que hace que sintamos eso).

-            Saber y ser consciente que ese sentimiento va a desaparecer.

-            * No avergonzarnos (os recuerdo que es el miedo, no nosotros).

-        Y por último, si este temor que aparece más veces de las que debiera y nos impide alcanzar nuestros objetivos o llegar a nuestro nivel de rendimiento deseado, pide ayuda a profesionales.

Por último, no me gustaría acabar sin darte un consejo si eres entrenador: acepta el miedo de tus deportistas, no intentes convencerlos ni racionalizar este miedo, las emociones no entienden a razones.



Virginia Sánchez Larriba
Psicóloga Deportiva


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Cuida con quién andas










En el fútbol, el deporte o la vida laboral en general en múltiples ocasiones tendrás que compartir tu tiempo y tú espacio, incluso, a veces, cosas más importantes, con personas de todo tipo. 

Te encontrarás con gente maravillosa, que potencie tus puntos fuertes, que te enseñe, que te ayude y te haga crecer y puede ser que, en ocasiones, te encuentres personas con las que te cueste más congeniar y que notes, incluso, que en ocasiones te roban incluso la energía.

Esto es habitual, hay personas de todo tipo y no todos tenemos que relacionarnos de una forma idílica y positiva con cada una de ellas, pero ¿qué hacer cuando nos encontramos con alguien que creemos que no nos aporta nada positivo y, aun así, tenemos que compartir nuestra vida deportiva?

-        Pon tus límites. Quizás te encuentres con personas que te aportan negatividad, que intentan minimizar tus logros, que culpan a los demás de todo y siempre tienen una excusa o que se comportan de forma agresiva…y puede ser que este tipo de conductas te generen negativismo o ansiedad. Lo único que debes hacer es detectar a la persona en cuestión y también su “juego” y una vez que lo tengas detectado y localizado, por supuesto, no dejes que te contagie. Te será más fácil poner límites al “culpabilizado” si entiendes que siempre se comporta así tenga o no tenga razón, al “negativo” si sabes que sea como sea la situación él verá la parte “negra”, al “agresivo” si ves que es su forma de reaccionar continuamente… Detectar el juego de estas personas te ayudará a poner límites e impedir que su juego te contagie.

-          Cuida tus creencias y tus pensamientos. Que para el “negativo” todo esté siempre mal no significa ni que lo esté realmente ni que tú lo tengas que ver igual. Que el “culpabilizado” siempre busque culpables no significa que tu forma de actuar deba ser la misma. Ten claro cuáles son tus creencias y tú forma de interpretar las situaciones y párate a recordártelo cada vez que alguien intente contagiarte las suyas.

-          Intenta ser tú el que contagie a los demás. Quizás la solución no sea alejarte de estas personas que sientes que restan a tu vida, si no intentar ser tú quien las contagie a ellas. No obstante, si ves que ganan ellos, no pierdas más energía, ése será el momento de alejarse.

-          Busca siempre pasar más tiempo con aquellas personas que te aportan energía, te enriquecen y te hacen crecer que con las consiguen lo contrario. Si se tratara de una ecuación matemática, encárgate de que siempre gane lo que suma a lo que resta, sino el resultado siempre será negativo. 


Igual que cuidas tu alimentación, tu entrenamiento, tu descanso, tu motivación…en el fútbol es importante que cuides también con quién te relacionas, porque afectará a todo lo demás.



Virginia Sánchez Larriba

Psicóloga Deportiva
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El deporte ¿Cómo despedirse?



Cuando eres deportista de competición, bien al más alto nivel, bien a niveles no tan altos, gran parte de tu vida gira en torno a tu deporte. Tu condición de deportista marca tu descanso, tu alimentación, tu tiempo de ocio, gran parte de tus pensamientos, tu forma de relacionarte con los demás (familia, amigos…), tu economía, incluso la visión que tienes de ti mismo y tu forma de sentirte. El deporte es uno de los aspectos de tu vida, pero es tan importante que tiñe y se cuela en todos los demás.

La alarma salta cuando la vida deportiva se acerca a su fin, y hay que tener en cuenta que ésta tiene una fecha de caducidad bastante temprana. Hay deportes en los que se puede alargar más y en otros la retirada se da antes, pero practiques el deporte que practiques tendrás que retirarte cuando aún eres muy joven.

¿Qué pasa entonces? Pues que en ese momento tienes que gestionar múltiples cambios en tu vida. No sólo se trata de dejar de competir, si no que eso que teñía todos los aspectos de tu vida y sobre lo que se basaba todo “desaparece” y aparece en nosotros una sensación de vacío y de pérdida de sentido en nuestra vida. Todos conocemos casos de deportistas de alta competición que aparentemente podrían tener una vida fácil después de retirarse y que han vivido verdaderos calvarios al acabarse ésta, dándose en ocasiones casos tan extremos como deportistas que han llegado al suicidio.

¿Cómo podemos gestionar la retirada deportiva?

El primer y más peligroso error que suele darse demasiado a menudo es no pensar durante la vida deportiva en la retirada como un paso más de la misma. Solemos ignorarla durante toda nuestra carrera y esto no nos beneficia en absoluto. Debemos pensar en la retirada como en un paso más, puesto que así es, además de inevitable, y esto nos ayudará a asumirla con mayor naturalidad y preparación cuando llegue el momento. Nos pasamos horas, días, semanas, meses y años entrenando a deportistas para que mejoren de cara a su deporte y a su competición, les hacemos creer que lo más importante en su vida es ser mejor deportivamente que ayer y no nos damos cuenta de que ese planteamiento puede ser dañino en el momento en que eso desaparece. Las personas que rodeamos al deportista somos responsables de hacerles pensar en que ese momento va a llegar y asumirlo con naturalidad, además se debe construir un plan para cuando ese momento llegue, ¿A qué se dedicará? ¿En qué ocupará el tiempo libre? ¿Qué cosas hará (tales como viajar o dedicar un domingo a salir con sus amigos) que hasta el momento el deporte no se lo ha permitido?

También debemos tener claro que el deportista es, simplemente, una persona que practica deporte, quizás sea su profesión o un aspecto muy importante de su vida, pero solo es eso, una parte. Tenemos que verle como una persona en su conjunto, y no sólo como un deportista que debe conseguir un determinado rendimiento a corto plazo. Pero esto no acaba aquí, es importantísimo conseguir que el propio deportista se vea a sí mismo como una persona con múltiples cualidades aparte de las deportivas, no sólo será un futbolista, un gran rematador, alguien con mucha velocidad… si no que debemos enseñar al deportista a definirse de una forma más amplia y no sólo como deportista.

Es muy positivo, además, que planifiquemos esa retirada. Debemos intentar que ésta no se dé de golpe, sino comenzar a disminuir nuestro nivel de exigencia y utilizar los últimos años para relacionar el deporte con afición y salud, poco a poco ir separándolo en nuestra mente del concepto de exigencia. No obstante, debemos estar preparados por si se da una retirada forzosa en caso de que aparezca, por ejemplo, una lesión.

Debemos tener en cuenta también lo que supone la retirada deportiva a nivel social. Tras la retirada, el deportista quizás perciba que mucha gente que antes estaba en su vida ya no lo está tanto y debe estar preparado para esa situación. Es importante, por eso, tener una red social (amigos y familia) segura y positiva durante toda la carrera que te siga apoyando cuando ésta se acabe.

Si el deporte, además, ha sido tu profesión, es muy importante que durante la carrera deportiva el deportista se prepare para su vida laboral “después de”. Es importante tener un plan profesional cuando tu carrera deportiva acabe. Si el deporte es tu pasión puedes encaminar tu vida profesional posterior por esos derroteros, ¡seguro que estás preparado!

La retirada es, sin duda, un proceso de pérdida, pero debemos enfocarlo como una oportunidad de crecimiento personal, y éste es un aspecto en el que hay que trabajar desde el principio de la práctica deportiva. Prepararte durante toda tu carrera es importante para afrontarla de una forma natural y positiva, que nos permita crecer y ser aún mejores.






Virginia Sánchez Larriba

Psicóloga deportiva
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¡Castigado sin fútbol! ¿Porqué?
















Es habitual la escena del padre o la madre que castiga a su hijo sin fútbol cuando tiene un mal comportamiento o cuando llega con unos malos resultados académicos a casa, pero ¿es la mejor opción?

Quizás, y aunque a veces sea difícil de llevar a cabo, castigarle sin deporte siempre debería ser la última opción. Sabemos que en ocasiones es difícil hacerles reaccionar y éste es un castigo muy “potente” ya que son capaces de cualquier cosa por no quedarse sin fútbol, pero sería interesante pararnos a pensar qué es lo que les estamos quitando realmente cuando castigamos a nuestros hijos sin deporte.

Puede que hayamos escuchado demasiadas veces que el fútbol es sólo dar patadas a un balón o que son 22 tíos corriendo detrás de una pelota. Expresiones demasiado habituales, desgraciadamente. Sin embargo, si vuestro hijo juega al fútbol y forma parte de algún club y equipo deportivo, os aseguro que disfruta de múltiples beneficios para su educación a todos los niveles.

La educación deportiva es la faceta más evidente. Si vuestro hijo forma parte de un club o escuela de fútbol estará recibiendo por parte de su entrenador unas nociones futbolísticas que el niño aprenderá. Estas nociones serán tanto técnicas (veréis como cada vez controla mejor la pelota, tiene un mejor golpeo del balón o un mejor regate), también tácticas (aprenderá a colocarse en el campo, a desenvolverse en diferentes sistemas de juego, a realizar diferentes acciones tácticas…) y también veréis una mejora de sus condiciones físicas (mejora de su velocidad, de su potencia de disparo, de su resistencia…). Pero esto no acaba aquí, sino que también adquirirá unos hábitos deportivos que harán que pase lo que pase en el futuro, vuestro hijo tenga tendencia a incorporar el deporte y la actividad física como parte de su vida, algo muy beneficioso para su salud. Pero, ¿qué más le aporta a mi hijo la práctica deportiva?

El fútbol es un escenario magnífico para que nuestros pequeños aprendan todo lo que queremos enseñarles (o al menos muchas de las cosas). ¿Por qué? Porque se trata de un ambiente lúdico, que a los chicos les suele gustar y donde se suelen sentir agusto, lo que les hará estar mucho más receptivos y predispuestos a ciertos aprendizajes y enseñanzas:

-    Esfuerzo: El fútbol enseña a nuestros pequeños que las cosas se consiguen con esfuerzo, que el premio de jugar el domingo está íntimamente relacionado con cuánto me haya esforzado durante la semana, si he sido obediente, si me he comprometido con el equipo… Además, si me esfuerzo tendré el reconocimiento de mi entrenador, de mis compañeros incluso, a veces, de un montón de gente que me anima desde la grada.

-   Compañerismo: la mayoría de nosotros queremos educar a nuestros hijos en el compañerismo y la generosidad, ¿y qué mejor manera se os ocurre que en el contexto de un equipo que trabaja junto, se esfuerza junto y lucha junto? El fútbol nos enseña a compartir los logros con los demás, a ayudar al compañero a levantarse y a animar a aquel que lo necesita, valores sumamente importantes y positivos en la vida.

-       Respeto: Vuestro hijos convivirán con un montón de chicos diferentes a él, a veces con diferentes costumbres, a veces con diferentes idiomas…Vuestro hijo aprenderá a respetar a los demás, ya sean miembros de su propio equipo como de equipos rivales.
-      Algo importante que nuestros hijos aprenden cuando practican un deporte es a asumir su rol. En el fútbol los niños aprenden a relacionarse con iguales dentro de su equipo, a gestionar la rivalidad y a relacionarse también con un rol superior como el de su entrenador.

Además, practicando este deporte se adquieren numerosas habilidades psicológicas muy beneficiosas para el día a día, como por ejemplo:

-       Autoconfianza: Practicar un deporte mejora la autoconfianza y la autoestima de nuestros hijos, ya que ellos serán conscientes de sus mejoras, verán como mañana consiguen lo que hoy no les sale…

-             Gestión del error: La práctica deportiva también ayuda a los chicos a gestionar sus errores y les enseñará que las cosas no siempre salen como ellos esperan y les ayudará a superar la frustración. Quizás no siempre consigan el resultado que se merecen, pero eso les pasará numerosas veces a lo largo de sus vidas.

-     Gestión del tiempo: Al realizar una actividad tan importante para ellos ésta empezará a formar parte de sus “agendas”, planificarán su fin de semana teniendo en cuenta el partido, tendrán que ser puntuales a sus entrenamientos…

¿Por qué no debo castigar a mi hijo sin deporte?

En primer lugar, para no privarle de los múltiples beneficios de los que hemos hablado anteriormente.

Para seguir, y muy importante, porque mi hijo, cuando comienza a formar parte de un equipo está adquiriendo con éste una serie de compromisos y obligaciones y nosotros como padres debemos ser los primeros que les enseñemos a cumplirlos en lugar de lanzarles el mensaje de que no pasa nada por dejarlos de lado. A lo largo de su vida tendrá que hacer frente a numerosas obligaciones y tendrá que aprender a gestionar su tiempo para llegar a todas, ahora tenemos una oportunidad magnífica para enseñarle a hacer una buena gestión de sus pequeñas obligaciones sin descuidar ninguna ya que en el futuro…no podrá hacerlo. Tenemos que enseñarle a comprometerse con aquello que decida y a ser constante, teniendo claro, por supuesto, que el ámbito académico es siempre el primero y el más importante.

La realidad es que actualmente tenemos múltiples opciones si queremos poner un castigo a nuestros hijos: consolas, móvil, salidas con amigos… intentemos buscar opciones y no recurrir al deporte, cuando éste les aporta tantas cosas buenas. Además la actividad física mejora el rendimiento intelectual, así que si quieres castigar a tu hijo… ¡mejor sin PlayStation!


Virginia Sánchez

Psicóloga deportiva
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