Te hablo a ti padre de futbolista



Desde mi posición de amante del deporte del fútbol y ocupante de uno de las profesiones más difíciles ligadas a este deporte como es la de entrenador, te hablo a ti padre de futbolista.

A diario llevas a tu hijo a los entrenamientos porque tu ilusión en la vida seguramente sea verle feliz. Llueva, nieve, haga frío o calor, no faltas a tu cita con los entrenamientos y partidos porque quieres que tu pequeño futbolista haga eso que tanto le gusta.

No solo le llevas y le traes, pues tu momento en la vida va más allá de ser un simple taxista, eres su padre y orgulloso de ello le proteges, le das cariño, le cuidas a diario, le apoyas y le enseñas el camino correcto que él mismo debe recorrer.

Para aquellos que no hemos tenido la suerte de ver a nuestro lado una figura tan clara de referencia, resulta reconfortante saber que nuestros futbolistas no están solos y que más allá del terreno de juego tienen un reflejo, una referencia y todo el cariño que necesitan.

Por todo esto resulta triste ver como en ocasiones pierdes el sentido común y olvidas que eres el reflejo en el que tu hijo y mi futbolista se miran. Cualquier tipo de violencia, ya sea verbal o física, que ejerzas sobre el ambiente de un partido o entrenamiento, lo único que consigue es enturbiar el concepto que tenga tu hijo sobre el fútbol y transformar su ilusión en ansiedad.

No es bueno que insultes al árbitro, rival o entrenador pues esa actitud puede llegar a justificar para ellos futuros comportamientos verbales o físicos. Tú no lo sabes pero las paredes de los vestuarios guardan en sus cimientos miles de conversaciones entre jóvenes futbolistas que se ríen o presumen sobre actitudes violentas de sus propios padres, no gana la vida, no gana el fútbol y perdemos todos.

Resulta difícil y hasta imposible poder educar a un futbolista en ciertos aspectos del deporte cuando recibe esas imágenes de aquel o aquellos que deberían ser ejemplo. Escuchar a un menor de edad justificar un insulto o una acción violenta, es un feo reflejo de que algo se está haciendo mal.

En mis muchos años en los banquillos he podido ver múltiples sucesos en los que padre e hijo insultaban al árbitro a la misma vez cada uno desde su posición y papel ¿Quién necesita ser educado de los dos?

Aleja de tu manual cualquier verbo, actitud o gesto relacionado con la violencia . No te pido que me aplaudas a mí, ni que siquiera que estés de acuerdo con mis planteamientos o metodologías, tan solo me gustaría saber que desde la grada respetan el deporte del fútbol.

Un entrenador nace acostumbrado a que lo insulten, falten al respeto o incluso que le rebatan sus instrucciones al jugador con alevosas indicaciones contrarias. Nuestra profesión en la base se centra exclusivamente en ver como ellos mejoran y se convierten en grandes futbolistas y mejores personas, pero es difícil educar cuando el ambiente del joven jugador enturbia su horizonte.

¿Quieres participar en el fútbol de tu hijo? Pues solamente  anímale, no necesita más, a él y a su equipo. Grita, no pares, que desde el campo sientan como la energía de su padre o madre le empuja a llegar allí donde las piernas o la cabeza no son capaces de llegar. Tan dañino es jugar con violencia en la grada, como con una en la que reine el silencio y la inoperancia.

El futbolista necesita aliento, que la grada empuje, que sus padres, amigos y familiares le den aliento y enciendan su ánimo, ese es el mejor camino para llegar al éxito.

Sabrás encontrar el momento y el lugar donde poder insultar y faltar al respeto a árbitros y entrenadores, siempre lejos del ambiente del fútbol. Como entrenador puedo decirte que mi felicidad va ligada a la de los jugadores, yo no necesito que me animen y si decides insultarme a mi o a mi trabajo hazlo, pero asegúrate de que los jugadores se mantengan al margen y que vean, escuchen y sientan como cada sábado la grada les empuja al éxito y les anima en el fracaso. 

El fútbol es un camino duro para cualquier futbolista y más todavía si estas en edad temprana, pero lo que nadie puede llegar a discutir es que la mejor voz de ánimo y aliento solo se puede recibir de aquellos que más te quieren.

Ayúdame a hacer mejores a aquellos que de verdad lo merecen y se esfuerzan por serlo.





Félix de Blas Martín

Entrenador de fútbol