Dice
un sabio refrán español que “poderoso caballero es don dinero”, nada más
acertado para definir el estado en el que se encuentra la actual dirección del
fútbol mundial a nivel profesional.
La
última demencia que ha supurado el poder del dinero en torno al deporte del
fútbol, viene precedido del reparto que la UEFA ha hecho de las entradas para
la final de la Champions League.
Cada
equipo finalista recibirá 18.000 entradas, si tenemos en cuenta que el estadio Giuseppe Meazza tiene
capacidad para albergar hasta 80.000 personas, eso supone que la UEFA se queda
para “uso personal” 44.000 entradas. Esta realidad se da por la absoluta
dependencia económica que el fútbol de élite tiene de sus patrocinadores y el
dinero que estos generan, aunque para ello tengan que explotar el espectáculo.
El dinero no entiende de
sentimientos, no se va sentir culpable de ver a las miles de personas que se
quedaran sin poder acudir a la final a ver su equipo alzar la orejona. Lo
realmente triste es el modo de actuar al respecto de los “encorbatados” directivos que manejan las instituciones del fútbol
mundial, los cuales no dudan en olvidarse que significa este deporte y tratan
de saciar las ansias de dinero que en ocasiones alimentan el fútbol mundial.
Algo realmente
paradójico sucede cuando los presidentes de los clubes damnificados alzan su
voz en tono de protesta, olvidándose que ellos en su entorno tienen maneras de
actuar parecidas. A menudo
hemos visto como jugadores profesionales son capaces de poner en cierto riesgo
su integridad física haciendo largos viajes para cumplir con los deseos y caprichos
de los patrocinadores, faraónicas giras mundiales con la pretemporada como
excusa, presentaciones de futbolistas más propias de Hollywood…
Todo
ello por y para el dinero, por eso sorprende que los grandes directivos se
quejen de cómo actúa la UEFA para satisfacer a los compromisos y
patrocinadores, cuando ellos en su entorno hacen cosas parecidas y en ocasiones
con la misma escala de valores.
Se
queje quien se queje, una cosa está clara, el dinero es el motor principal del
deporte de élite y vive a cara descubierta sin preocuparse de maneras,
sentimientos y consecuencias.
Félix de Blas