Todo
corredor de fondo que se precie, lucha y trabaja por llegar al final del camino
con fuerzas suficientes como para poder conseguir una experiencia inolvidable y
si es posible lo más cerca que se pueda del triunfo.
En
el fútbol como en todos los deportes de competición por equipos, llegar al
tramo final de la temporada es llegar al momento en el que todos nos debemos
hacer examen a nosotros mismos, revisar los objetivos iniciales y analizar los
logros conseguidos, para así poder afrontar mejor aquello que nos quede por
hacer. En el fútbol base, teorizar sobre este tema es harto complicado, pues
habitualmente confundimos el verdadero sentido de un banquillo para un
entrenador en la base.
Si
partimos de la lógica de que la finalidad que tenemos es formativa desde el
principio de temporada, analizar los logros y objetivos iniciales adquiere una
importancia trascendental para el futuro deportivo del pequeño futbolista. Este
estado, requiere una dedicación más completa por parte del entrenador, pues
este debe analizar cada fase y estado del futbolista y su comportamiento, para
así poder ver claramente la evolución del chico durante la temporada.
Siguiendo
en el mismo contexto formativo, es primordial para el entrenador que sepa
comunicarse con su futbolista desde un plano más humano, directo y cercano. De
esta manera poder hacer entender al chico cuales han sido sus logros, mejorías
y que le queda por trabajar en su camino en el deporte del fútbol.
Es
ahora cuando cabe analizar los progresos de los futbolistas y examinar los
motivos y causas que los han llevado a este punto, así como desmontar aquellas
fases del juego colectivo o individual que le quedan por saber manejar.
En
el plano personal, es fácil hacer análisis de nuestra conciencia y saber si
hemos conseguido lo que esperábamos de cada futbolista, tanto a nivel colectivo
como individual. Adquiere más importancia saber identificar aquello que como profesionales
de los banquillos no hemos sabido manejar o trabajar, de cara a una necesaria madurez
como técnicos deportivos.
Ahora
es el momento de analizar dentro y fuera de nosotros, un buen trabajo necesita
un profundizar en el mismo antes, durante y al final de la temporada.
Si
nos situamos en el plano competitivo como único objetivo personal y deportivo,
el análisis es rápido y directo. Si se ha logrado el objetivo o no, marcará el
éxito o el fracaso pues en este contexto la línea que separa ambos estados es
peligrosamente fina.
Siempre
defenderemos el fútbol base como un vehículo formativo en los jugadores, entendiendo
que si el futbolista no avanza y progresa en el plano individual ningún
objetivo competitivo planteado al grupo será sano y real.
La
conclusión es fácil, llega el final de temporada es momento de sentarse a mirar
dentro de uno mismo y ver el que y el cómo de nuestro trabajo. Miraremos a los
ojos de los futbolistas y les hablaremos con cercanía y claridad, haciéndoles
ver en qué punto del camino están.
Al
final de la temporada, nos alegraremos
de aquello que los jugadores hayan conseguido con su trabajo, sus éxitos tienen
parte de nosotros. Sabremos mostrarles el rumbo correcto en todo aquello que
les quede por hacer.
Ver
crecer a un futbolista es la mayor gratitud que un entrenador de fútbol base
puede encontrar.
Félix de Blas