Se lo merecen
















El fútbol  como deporte es reflejo vivo de la sociedad y del mundo en el que vivimos, así como tal es en ocasiones tan injusto como bonito. El único camino válido es la constancia en el trabajo y creer ciegamente en lo que se hace.

En ese camino dilata su tiempo y amasa su gloria el Atlético de Madrid, el cual en los últimos años ha conseguido generar ilusión y fútbol a partes iguales, todo ello con tres únicos pilares fundamentales, trabajo duro, constancia y mucha fe.

Después del espectacular partido jugado por los chicos de Simeone frente al Bayern de Guardiola, queda claro que hace tiempo que lo rojiblancos llegaron al fútbol de élite para quedarse. El estilo puede gustar más o menos, pero es la seña de identidad de un equipo que antes de la llegada del técnico argentino mal vivía a la sombra de la élite.

De su mano han llegado títulos, algo que la historia con más o menos justicia había negado al club rojiblanco. Hoy en día, en nuestra memoria reciente tenemos la imagen de un equipo que sin estrellas hace sombra a los grandes y que a base esfuerzo y fútbol ha hecho méritos de sobra para alcanzar la gloria deportiva.

Foto: MARCA
Pese a quien pese, actualmente el Atlético de Madrid es de los pocos equipos de fútbol que desde la élite, sabe a qué juega, cree y muere por esa idea.  Es fácil ver como futbolistas desconocidos hacen del esfuerzo global del conjunto la mayor de las lecciones que este equipo nos da a diario.

Desde Munich han llegado cantos que subestimaban al equipo rojiblanco. Personajes de peso en el fútbol mundial como  Rummenigge o el mismo Guardiola, cometieron el error de subestimar a este equipo sin saber que el fútbol debe algo grande al Atlético de Madrid, un equipo hecho para la gloria pero sobre todo un equipo.

Lo triste de este deporte es que en ocasiones puede llegar a ser injusto, y por eso ha negado el gran final a este equipo. Pero sin duda, todos aquellos que admiramos el balón y vemos más allá de él, sabemos que el proyecto que Diego Pablo Simeone construyó un día se merece más que nadie alzar sobre sus cabezas la tan ansiada Copa de Europa.



Félix de Blas